Una mariposa se desliza en el aire
y se posa sobre tu ombligo descubierto.
La aterciopelada yerba es tu lecho.
A lo lejos, el sonido de una cascada.
Arriba... El trinar de los pájaros,
la luz que te envuelve,
el ruido de las ramas de los sauces
y alguna hoja meciéndose al aire.
El amado llega
… ¿ transpiras ?...
sientes el paseo de sus besos
por tu abandonado cuerpo salino,
el aire que se desliza por tus axilas
y el azahar por tu mañana.
Una sombra baja y se funde en tu cuerpo
y son uno,
los alientos se alzan en espiral
alcanzando el clímax de los jadeos.
Cuerpo que se abandona al otro,
cuerpo consentido, valores abandonados,
deseos cumplidos
al fragor de la mañana.
Háblame, poeta, en mis senos,
de aquel invierno que no osará llegar,
que no caerán esas lágrimas ardientes
de nuevo en la oscuridad.
Que nos consumiremos de nuevo
aunque sea con la mirada.
Guillem de Senent. Todos los derechos
reservados. 26/05/2013
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